Posiblemente no sea la mejor foto que he hecho, pero ahí va esta con el salón modificado, después de retirar las vigas del salón (también de la cocina). Da una sensación de más luminosidad, y de más altura (obviamente). Ha costado, si no sangre sudor y lágrimas, sí sudor, polvo, dolores de cabeza y una buena gripe, y es que ya no está uno para estas palizas.
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